la hija de moctezuma

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Descripción:

Esta notable novela del escritor de aventuras H. Rider Haggard se puede disfrutar en muchos niveles. Como una historia de aventuras, lleva al lector a través de la Inglaterra, España y México del siglo XVI en la época de la conquista española. Pero en un nivel más profundo, las esperanzas del autor para la humanidad brillan a través de la oscuridad de este tiempo para iluminar al lector con su filosofía espiritual. Los capítulos finales sobre la caída de la capital azteca de Tenoctitlán bajo el asalto de Cortés son profundamente conmovedores. La hija de Montezuma es una fascinante novela histórica y una historia de amor, con suficiente acción para mantener al borde de la silla hasta al lector más hastiado. Y aquellos que valoren los aspectos más profundos de la escritura del autor no se sentirán defraudados.

Extracto

¡Ahora gloria a Dios que nos ha dado la victoria! Es verdad, la fuerza de España está hecha añicos, sus barcos se hunden o huyen, el mar se ha tragado a sus soldados ya sus marineros por centenares y por millares, e Inglaterra respira de nuevo. Vinieron a vencer, a llevarnos al suplicio ya la hoguera, a hacernos a los ingleses libres como hizo Cortés a los indios de Anáhuac. ¡Nuestra virilidad al banco de esclavos, nuestras hijas a la deshonra, nuestras almas a la bondad amorosa del sacerdote, nuestra riqueza al Emperador y al Papa! Dios les ha respondido con sus vientos, Drake les ha respondido con sus armas. Se han ido, y con ellos la gloria de España.

Yo, Thomas Wingfield, me enteré de la noticia hoy, este mismo jueves, en la plaza del mercado de Bungay, donde fui a chismorrear ya vender las manzanas que me han dejado estos terribles vendavales, que cuelgan de mis árboles.

Antes había habido rumores de esto y aquello, pero aquí en Bungay había un hombre llamado Young, de los Youngs of Yarmouth, que había servido en uno de los barcos de Yarmouth en la lucha en Gravelines, sí, y navegó hacia el norte tras los españoles hasta se perdieron en los mares escoceses.

Las cosas pequeñas llevan a lo grande, dicen los hombres, pero aquí las cosas grandes llevan a lo pequeño, porque debido a estas noticias sucede que yo, Thomas Wingfield, de la Logia y la parroquia de Ditchingham en el condado de Norfolk, siendo ahora de gran de edad y con poco tiempo de vida, recurre a la pluma y la tinta. Hace diez años, es decir, en el año 1578, complació a Su Majestad, nuestra graciosa Reina Isabel, que en esa fecha visitó este condado, que yo fuera llevado ante ella en Norwich. Allí mismo, diciendo que le había llegado la fama, me mandó que le diera algunos detalles de la historia de mi vida, o mejor dicho, de aquellos veinte años, más o menos, que pasé entre los indios en aquella época en que Cortés conquistó su país de Anáhuac, que ahora se conoce como México. Pero casi antes de que pudiera comenzar mi relato, llegó el momento de que ella partiera para Cossey a cazar ciervos, y dijo que deseaba que yo escribiera la historia para que ella pudiera leerla, y además que si fuera la mitad de maravilloso de lo que prometía ser, debería terminar mis días como Sir Thomas Wingfield. A esto le respondí a Su Majestad que la pluma y la tinta eran herramientas en las que no tenía habilidad, pero que tendría en cuenta sus órdenes. Entonces me atreví a darle una gran esmeralda que una vez había colgado en el pecho de la hija de Moctezuma, y ​​de muchas princesas antes que ella, y al verla sus ojos brillaron como la gema, porque esta Reina nuestra ama tanto. juguetes costosos. De hecho, si lo hubiera deseado, creo que podría haber llegado a un acuerdo allí mismo y haber puesto la piedra contra un título; pero yo, que durante muchos años había sido príncipe de una gran tribu, no deseaba ser caballero. Así que besé la mano real, y con tanta fuerza agarró la gema que las articulaciones de los nudillos brillaron blancas, y seguí mi camino, regresando a esta mi casa junto al Waveney ese mismo día.

Ahora el deseo de la Reina de que yo escribiera la historia de mi vida permaneció en mi mente, y durante mucho tiempo he deseado hacerlo antes de que la vida y la historia terminen juntas. El trabajo, en verdad, es grande para alguien que no está acostumbrado a tales tareas; pero ¿por qué debo temer el trabajo cuando estoy tan cerca de la fiesta de la muerte? He visto cosas que ningún otro inglés ha visto, que son dignas de ser registradas; mi vida ha sido muy extraña, muchas veces le ha placido a Dios preservarla cuando todo parecía perdido, y esto quizás lo ha hecho para que la lección de ella sea conocida por otros. Porque hay una lección en esto y en las cosas que he visto, y es que ningún mal puede producir un bien, que el mal engendrará el mal al final, y ya sea en el hombre o en la gente, caerá sobre el cerebro. que lo pensó y la mano que lo hizo.

603 páginas, con un tiempo de lectura de ~9,25 horas
(150.839 palabras)y publicado por primera vez en 1893. Esta edición sin DRM publicada por Libros-web.org,
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