Capitán Blood regresa

Índice de Contenido

Descripción:

Más aventuras del querido Capitán Blood, el ‘Robin Hood’ de los mares españoles. Sus últimas hazañas lo llevan a nuevas aventuras con tanta emoción y aventura de capa y espada como nunca antes. Ganar tesoros invaluables, rescatar a su tripulación de una muerte casi segura y salvar un asentamiento inglés son parte del trabajo diario de este notable héroe de la tierra y el mar.

Extracto

El Capitán Easterling, cuyo largo duelo con Peter Blood encuentra un lugar importante en las crónicas que Jeremy Pitt nos ha dejado, debe ser considerado como el instrumento elegido por el Destino para forjar el destino de aquellos rebeldes-convictos que huyeron de Barbados en los capturados. cinco llagas.

La vida de los hombres está a merced de las más mínimas posibilidades. Todo un destino puede estar influido por nada más que la dirección del viento en un momento dado. Y el de Peter Blood, en un momento en que todavía era fluido, sin duda fue moldeado por el huracán de octubre que voló la balandra de diez cañones del capitán Easterling hacia Cayona Bay, donde el cinco llagas había estado navegando ociosamente anclado durante casi un mes.

Blood y sus asociados habían corrido a este bastión bucanero de Tortuga, seguros de encontrar refugio allí mientras deliberaban sobre sus futuros rumbos. Lo habían elegido porque era el único refugio del Caribe donde podían contar con que no los molestarían y donde nadie les haría preguntas. Ningún asentamiento inglés los acogería por sus antecedentes. La mano de España estaría naturalmente en contra de ellos no sólo porque eran ingleses, sino, además, porque estaban en posesión de un barco español. No podían confiar en ninguna colonia francesa ordinaria debido al reciente acuerdo entre los gobiernos de Francia e Inglaterra para la aprehensión e intercambio de cualquier persona que escape de los asentamientos penales. Quedaron los holandeses, que eran neutrales. Pero Blood consideraba la neutralidad como la más indigno de todas las condiciones, ya que implica la libertad de acción en cualquier dirección. Por lo tanto, se alejó de los holandeses como de los demás y se dirigió a Tortuga, que, perteneciendo a la Compañía Francesa de las Indias Occidentales, era nominalmente francesa, pero sólo nominalmente. En realidad no era de nacionalidad, a menos que los Hermanos de la Costa, como se llamaba a la cofradía de bucaneros, pudiera considerarse que constituía una nación. Por lo menos se puede decir que en Tortuga no corrió ninguna ley que estuviera en desacuerdo con las leyes que regían esa gran hermandad. Al gobierno francés le convenía dar la protección de su bandera a estos hombres sin ley, para que a cambio pudieran servir a los intereses franceses al actuar como un freno a la codicia y agresividad española en las Indias Occidentales.

En Tortuga, por lo tanto, el convicto rebelde fugitivo vivía en paz a bordo del cinco llagas hasta que Easterling vino a perturbar esa paz y los obligó a actuar y a hacer planes para su futuro, que, sin él, podrían haber seguido posponiendo.

Este oriental, el sinvergüenza más repugnante que jamás haya navegado por el Caribe, llevaba bajo las escotillas algunas toneladas de cacao que había aligerado de un mercante holandés que regresaba de las Antillas. La hazaña, se dio cuenta, no lo había cubierto de gloria; porque la gloria a los ojos de aquel pirata se medía por la ganancia; y la magra ganancia en este caso no era probable que aumentara su pobre estima en la que sabía que lo tenían los Hermanos de la Costa. Si hubiera sospechado que el holandés no iba más cargado, la habría dejado pasar sin problemas. Pero habiéndola abordado y abordado, pensó que le incumbía a él y a su deber para con su tripulación de sinvergüenzas liberarla de lo que llevaba. Que no llevara nada de más valor que el cacao era una contingencia por la que culpaba a la mala fortuna que últimamente lo había perseguido, una mala fortuna que le hacía cada vez más difícil encontrar hombres para navegar con él.

Considerando estas cosas y soñando con grandes empresas, trajo su balandra Buenaventura al refugio del puerto rocoso de Tortuga, un puerto diseñado por la misma Naturaleza para una fortaleza. Paredes de roca, que se elevan escarpadas y se elevan como montañas, lo protegen a ambos lados y le dan forma a un golfo en miniatura. Solo hay que abordarlo por dos canales que exigen un hábil pilotaje. Estos estaban comandados por el Fuerte de la Montaña, una enorme fortaleza con la que el hombre había complementado el trabajo de la Naturaleza. Al amparo de este puerto, los bucaneros franceses e ingleses que hicieron de él su guarida podían burlarse del poderío del rey de España, a quien consideraban su enemigo natural, ya que era su persecución cuando habían sido pacíficos cazadores de boucanes. que los había llevado al sombrío oficio de los vagabundos marinos.

292 páginas, con un tiempo de lectura de ~4,5 horas
(73,178 palabras)y publicado por primera vez en 1931. Esta edición sin DRM publicada por Libros-web.org,
.

Deja un comentario